Creando la visión de tu negocio (¡y tu vida!)
Hoy quiero hablarte de un tema que solemos subestimar a la hora de emprender. Nos vamos directas al modelo de negocio, al marketing y a mil cosas más, cuando en realidad ésta es la base de todo.
Te hablo de definir tu visión, tanto del negocio como de tu vida (juntas porque por separado no sirve).
Tener tu visión clara es lo que te va a permitir marcar el rumbo y es lo que te ayudará a darle forma a todo con intención y con sentido. Te servirá para tomar las decisiones correctas y alinear el negocio a la vida que realmente quieres tener.
Porque emprender es un camino lleno de desafíos, y es muy fácil perderse entre mil tareas o dejarse llevar por un montón de «objetos brillantes». Sin una visión clara, estarás a merced de todos esos inputs que, aunque parezcan importantes, muchos en realidad no te acercan al objetivo que buscas. Por eso, tener una visión definida es la clave para guiar tanto tu negocio como tu vida con intención y con foco.

Cómo escribir tu visión
Pero, ¿qué significa realmente tener una visión clara? Significa escribir, con pelos y señales, cómo quieres que sea tu vida y tu negocio en los próximos tres años (o el período de tiempo que consideres, yo la hago a 3 años).
Para escribirla, puedes hacerte preguntas como éstas:
– ¿Cómo imaginas la versión más bonita de tu negocio dentro de 3 años?
– ¿Qué tipo de clientes tienes? ¿Qué eventos organizas? ¿Cuánto ganas al año?
– ¿Trabajas sola o cuentas con un equipo? ¿Cómo son las personas que lo conforman?
– ¿Cuántas horas trabajas al día o a la semana?
– ¿Dónde vives, con quién, cómo es tu casa?
– ¿Cómo es tu look? ¿Cómo te vistes? ¿Cómo te sientes?
– ¿Y tu tiempo libre? ¿Qué te gusta hacer cuando no estás trabajando?
Estas son solo algunas preguntas que pueden orientarte, estoy segura de que ya ves por dónde va el tema. Se trata de que escribas cómo es la versión más linda de tu realidad de aquí a 3 años vista. Para que, una vez la tengas clara, puedas empezar a dar pasitos hacia ella.
A mi me encanta escribir a mano (¡tengo mil libretas!) y de verdad que te recomiendo que la escribas a mano tú también. ¡La información baja distinto! Prepárate un té, busca un lugar que te guste, un momento tranquilo en el que sepas que no van a interrumpirte, una libreta bonita y ¡a empezar a escribir!
Una cosa importante (y difícil a la vez), intenta dejar que las ideas fluyan sin frenarte por los «cómos». Es igual que cuando hacemos un brainstorming. Este no es el momento de empezar a preguntarte «cómo voy a hacer para lograr todo esto». Simplemente sueña que del cómo ya te ocuparás después.
También es importante que tengas en cuenta que la visión no es algo estático y fijo que una vez escrito ahí se queda grabado en piedra. A medida que avance tu negocio y tú crezcas con él y evoluciones, probablemente tu visión también cambie. Lo que hoy te parece ideal quizá mañana puede cambiar a medida que ganas experiencia y perspectiva.
Mi visión de 2013, escrita con una bebé de meses en casa, no tiene nada que ver con la que tengo ahora, ¡y es genial que sea así!
Por eso, date permiso para modificarla y revisarla cada tanto, para ir ajustando el rumbo y asegurarte de que sigue siendo emocionante y coherente con lo que el cuerpo te pide en cada etapa de tu vida y de tu negocio.
Al final esto es parte de la gracia de emprender, no? Que puedes ir adaptando y dando forma a tu negocio como mejor se ajuste a la realidad que tenga sentido para ti en cada momento.

Cómo utilizar tu visión
Cuando tengas tu visión clara será mucho más fácil empezar a darle forma a tu negocio (y tu vida!) en esa dirección. Concretamente, te va a ayudar muchísimo en tres cosas:
La toma de decisiones:
Tener tu visión clara será como tener un GPS que no solo te marca el destino al que quieres llegar sino también si un camino te acerca hacia allí o en realidad te desvía.
Cuando te propongan una colaboración, tengas una nueva idea, te surja un proyecto o se te presenten situaciones u oportunidades, tu visión te servirá de filtro. Pregúntate «¿esto me acerca a mi visión?» Vas a ver como ganas muchísima claridad y de repente algunas decisiones son evidentes.
La planificación anual:
Si hay un proceso que adoro es la planificación anual del negocio (será que soy planner? hehe) y este proceso se vuelve mucho más fácil, más consciente y enfocado cuando tienes tu visión definida.
Porque por supuesto, la visión por sí sola puede ser muy bonita pero no servirá de mucho si no la conviertes en un plan de acción ejecutable.
En este punto es cuando entramos en el «cómo» vamos a ir consiguiendo acercarnos a esa visión. Aunque cuidado, no es que cuando planifiques tu año apuntes a conseguir en 12 meses esa visión espectacular que diseñaste para dentro de 3 años (sino solo conseguirás frustrarte). Tendrás que poder distinguir entre metas a corto, mediano y largo plazo.
Es como cuando hacemos el retrotiming de un evento y pensamos en todo lo que tiene que pasar antes de que llegue la fecha para que sea un éxito. Aquí es igual, se trata de pensar ¿qué tiene que pasar este año para que puedas avanzar en dirección a esa visión? Así, tu planificación anual tendrá un propósito claro y te ayudará a ser mucho más estratégica.

Mantenerte motivada
Por último, pero no menos importante, tu visión será una fuente de motivación extra a la que puedas recurrir cuando tengas momentos de bajón, que los habrá.
Leerla y recordar hacia dónde vas y por qué estás haciendo lo que estás haciendo es lo que te ayudará a seguir adelante cuando las cosas no te salgan a la primera.
Quizá a esta altura ya hayas comprobado que emprender es una aventura llena de alti bajos y de incertidumbre. Con muchos, muchísimos momentos de subidón, pero también con baches en los que solo tú podrás encontrar la motivación para «sacudirte» las dudas y continuar.
Esa libreta con tu propia letra diciéndote lo que quieres lograr, será un recordatorio muy poderoso que te ayudará a seguir adelante.
Así que te invito a hacerte ese té, a regalarte ese momento para ti, soñar fuerte y escribirla. ¡Me encantará que me cuentes después qué tal te ha ido!
Un abrazo grande y hasta el próximo post,
Silvana